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25 de Enero, 2014
Buda sonríe en la selva

Templos abrazados por las raíces de una selva exuberante. Más de ocho siglos de historia esculpida a detalle en la piedra

Cuando los franceses se encontraron con Angkor a finales del siglo XIX se quedaron estupefactos. Sus grandiosos templos en medio de la selva, con refinados relieves provenientes de una civilización desconocida, se convirtieron en uno de los hallazgos más impactantes en el mundo arqueológico occidental. Por suerte para el viajero, todavía en el siglo XXI se puede sentir esa mezcla de misterio y fascinación que siempre ha despertado Angkor.

Y es que este conjunto monumental, situado en el centro de Camboya, cerca de la ciudad de Siem Reap, está considerado uno de los mayores tesoros construidos por la humanidad. Para comprender la importancia de este destino conviene pensar en atracciones de la talla de la Gran Muralla China, el Taj Mahal o Machu Picchu.

La visita a Angkor requiere de tiempo y preparación. En un área de unos 300 kilómetros cuadrados se pueden visitar más de un centenar de templos, cada uno de estos con sus propias particularidades. La joya de la corona es Angkor Wat, el símbolo de Camboya y el monumento religioso más grande del mundo. Para entrar a este templo hay que cruzar un pequeño puente y atravesar la puerta oeste, ricamente decorada. Desde el primer momento, Angkor Wat sorprende por su tamaño. El complejo edificio está lleno de puertas, patios interiores, relieves y grandes torres. Literalmente, Angkor Wat significa "ciudad templo".

El tamaño de los templos de Angkor se explica por la mentalidad de los reyes jemeres. Todos debían construir un templo en honor a su deidad preferida, siempre de mayores proporciones y belleza que sus antepasados. Por eso, el imperio Jemer fue uno de los constructores más prolíficos de la historia.

Pero el templo de Angkor Wat no solo se destaca por sus dimensiones, sino también por los pequeños detalles. En las paredes laterales de la planta baja, los mejores escultores de la época grabaron más de 600 metros de relieves en los que se describen acontecimientos históricos y leyendas religiosas. El viajero puede distraerse aquí largo tiempo contemplando las ropas, peinados y armas.

Angkor Wat fue construido a principios del siglo XII en honor a la deidad hindú Vishnu. Como el resto de edificios religiosos, su estructura se basa en el concepto de templo-montaña: la construcción hacia el cielo representa al monte Meru, el lugar mitológico donde viven los dioses hindúes. Sus torres imitan a pequeñas colinas; las plantas bajas, a los 5 continentes y el foso de agua exterior, al agua de los océanos.

Tomados por la selva

A excepción de Angkor Wat, que siempre se mantuvo como un centro religioso importante, el resto de templos de la región fueron abandonados durante siglos. En ningún sitio esto es tan evidente y espectacular como en Ta Prohm, un templo que comenzó a ser construido por el rey Jayavarman VII a finales del siglo XII.

En Ta Prohm, los árboles se han abierto paso entre las piedras y sus raíces se han enroscado en ventanas y tejados. Un paseo por sus desordenados pasillos, todavía con pequeños santuarios medio derruidos, ofrece una sorpresa tras otra al comprobar cómo la selva hace parte de la intimidad del templo, que recuerda a las películas de Indiana Jones. De hecho, Hollywood vio su potencial. Aquí se rodaron varias escenas de la película Tomb Raider (2001), protagonizada por Angelina Jolie.

El fin del imperio

La grandiosidad de Angkor se explica por el poder que acumuló el imperio Jemer entre los años 802 y 1432. Entre los siglos X y XIII, esta civilización dominó casi en su totalidad el actual área ocupada por Laos, Vietnam y Tailandia. Por desgracia, la grandeza de la antigua Angkor es difícil de encontrar en la Camboya de hoy. Desde el siglo XIII, las luchas contra vietnamitas, tailandeses y cham (pueblo musulmán de la época) debilitaron al imperio y le hicieron perder un territorio tras otro.

La colonización de Francia en el siglo XIX, la guerra civil, el trauma de los jemeres rojos (entre 1975 y 1978) y la posterior ocupación de Vietnam han hecho que hoy Camboya sea uno de los países más pobres de Asia.

Como muchas otras cosas en Angkor, no está claro qué fue lo que provocó el hundimiento del imperio Jemer. Aunque los expertos han buscado una explicación en las antiguas inscripciones y en los testimonios históricos, el fin de esta civilización sigue siendo un misterio que vale la pena explorar en los templos de Angkor.

Las sonrientes caras budistas de Bayon

Uno de los templos más peculiares y emblemáticos de Angkor es el de Bayon, ubicado en el centro de la última gran capital del imperio Jemer, conocida como Angkor Thom. Todavía hoy, antes de llegar a Bayon, se puede contemplar la impresionante muralla de la ciudad, a la que se accede por bonitos puentes y grandes puertas decoradas con Budas.

La visita a Bayon se parece a la subida a una pequeña montaña. A lo largo de sus corredores, y subiendo piso a piso, el viajero se queda fascinado al encontrarse con las 54 torres de estilo gótico que componen el templo. Todavía más espectaculares son las 216 cabezas de Buda que parecen sonreírle en todas las direcciones y en cualquier lugar de Bayon.

A diferencia de los templos construidos anteriormente, como el de Angkor Wat, el de Bayon es gran un homenaje al budismo. El responsable de este cambio religioso fue el rey Jayavarman VII (1125-1218), quien rompió con la anterior tradición de rendir culto a deidades hinduistas como Shiva y Vishnu.

Fuente: http://www.eluniversal.com.mx

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