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Noviembre, 2008
Un monje budista ofrece refugio a las víctimas del tsunami

21 de noviembre, 2005

Con la sencilla humildad a la que aspiraría un budista, el Reverendo Rakava Assaji Thero del principal templo budista de Ahangama, al sur de Sri Lanka, manifiesta: "Hicimos todo lo que pudimos".

Lo que "pudo hacer" y "lo que hizo" fue mucho más que dar albergue y comida a más 1000 sobrevivientes del tsunami todos los días durante más de un mes. Assaji también aconsejó y orientó a los sobrevivientes - una asistencia basada en la compasión, combinada con una organización eficiente del campamento en su templo.

En muchas ciudades costeras azotadas por el tsunami, la gente buscó refugio en los templos budistas e hinduistas, en las mezquitas y en las iglesias. Los líderes religiosos fueron con frecuencia los primeros en estar presentes en el lugar para prestar ayuda. En Ahangama al igual que en otras partes, la gente afluyó al templo consternada, con sus ropas raídas, traumatizada por la inesperada tragedia que sobrevino aquella hermosa mañana normal y corriente.

Los templos budistas e hinduistas están tradicionalmente acostumbrados a atender a grandes cantidades de personas, pero proporcionar albergue y comida, organizar la distribución equitativa de la ayuda y mantener el orden y la disciplina de un número tan grande de personas fue un desafío más grande que el habitual.

"Había una inmensa tristeza ante la pérdida de niños y madres", cuenta Assaji. Los ritos fúnebres, considerados a menudo como esenciales para aliviar el dolor, son importantes en Sri Lanka. Se honró a los cuerpos en el salón principal del templo, donde se realizaron todos los ritos fúnebres, y luego se efectuaron los entierros en las parcelas de las familias en el cementerio.

"Cuando la gente comenzó a llegar al templo, tenía sólo tres paquetes de polvo de leche que había apartado para los monjes estudiantes más jóvenes", dice Assaji. Recurriendo a sus propios recursos financieros, la factura de alimentos sólo para el primer día fue de US$130 (LKR13.000). Los maestros de la escuela del templo prepararon el almuerzo y la cena que consistía en arroz con curry de pescado y tres verduras.

"Nos dimos cuenta de que la gente estaba muy traumatizada, e hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para aliviar su tensión. Los niños estaban muy asustados. Ni siquiera los dejamos que lavaran sus platos. Yo mismo lavé los platos".

No había electricidad ni funcionaban los teléfonos. Al caer la noche, seguimos trabajando bajo la luz de las lámparas de aceite y de las velas. Nadie se enfermó ya que se mantuvo siempre todo limpio y fuimos exigentes en cuanto a la eliminación de la basura. Se agregaron más esteras a las 75 esteras para dormir que había en el templo y se hicieron arreglos para la gente pudiera dormir en la terraza, bajo las estrellas, pues ya habían cesado las lluvias a fines de diciembre. Se prendieron espirales contra mosquitos para que los sobrevivientes pudieran gozar de un merecido descanso.

El segundo día, comenzaron a llegar camiones cargados con arroz, verduras, cocos y artículos de primera necesidad que enviaba generosamente el pueblo de Sri Lanka. Todo lo recibido como ayuda se anotó en una enorme pizarra y se distribuyó transparentemente bajo la supervisión de un monje. Tampoco se olvidaron de los más pobres de la aldea - se entregó un kilo de arroz y un paquete de leche en polvo a cada aldeano a medida que llegaban los alimentos.

Cuando los sobrevivientes comenzaron las tareas de limpieza en sus hogares devastados, el templo les proporcionó una caja con arroz y curry como almuerzo para que se llevaran consigo. Por las noches, todos regresaban buscando la seguridad del templo.

"Por primera vez en mi vida supe lo que significaba Dhuka (sufrimiento)", comenta una señora adinerada de una aldea que perdió todo.

Comprender el sufrimiento y la causa del sufrimiento, así como lo efímero de las posesiones materiales, es fundamental para las enseñanzas del budismo. Guiar al hombre de la calle para liberarse del sufrimiento es el papel del monje budista. Según las propias palabras de Buda: “Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros propios pensamientos. Con nuestros pensamientos hacemos al mundo". Assaji proporcionó un lugar de refugio tranquilo y ordenado, donde muchos encontraron sosiego.

Fuente: www.webworldbank.org

 

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