budismo.com Centro Budista de la Ciudad de México
      Aclarando los principios y las prácticas del Budismo en el mundo.


Foto ©

Sin embargo está habitada
La mayoría de los seres que habitan en el mundo de los Brahmas Radiantes renacen en la Tierra. Durante un período muy largo siguen el mismo modo de vida que llevaban en su antiguo “cielo”. Su ser consta sólo de mente o espíritu, de luminosidad propia y se alimentan unicamente de éxtasis. A la tierra se le describe en tinieblas y cubierta por las aguas. Se podria señalas que es una descripción exacta de la fase temprana de la Tierra, antes de que los rayos del sol disiparan el vapor en la atmósfera. En ese tiempo, los seres luminosos del mundo Brahma no se diferenciaban sexualmente como masculinos o femeninos.

La tierra emerge de las aguas y aparece la vida
Más adelante, la tierra empieza a surgir. En el Aggañña Sutta, del Digha Nikaya, la principal fuente de información en pali sobre cosmogénesis, hay una metáfora muy expresiva:

“como la costra que se forma en la superficie del arroz hervido en leche al enfriarse”.

De esta costra se alimentan los seres luminosos. La sensación del sabor le va resultando placentera y empiezan a sentir deseo. Al depender cada vez más de ella para su alimento, la luminosidad y el cuerpo etéreo, que antes tenían, se trasforma en algo sólido y tosco. Con el paso del tiempo se manifiestan diferencias en su forma.

Mientras tanto la tierra va emergiendo de las aguas, la niebla se disipa y aparecen el sol y la luna, brillando sobre ella.

Al seguir este proceso de “evolución” crecen primero los líquenes y los hongos. Después brotan otras plantas y, finalmente, salen los cereales. Los seres, que en un principio eran radiantes y luminosos, se alimentan de éstos y se van haciendo más toscos y sólidos, así como más conscientes de sus diferencias, hasta que al final no sólo se convierten en especies distintas, sino que también adquieren sexos distintos. La caída del hombre está ya casi completa.

Nuestro mundo actual
Con la diferenciación sexual aparecen la lujuria y las pasiones, el odio y las enemistades, la moralidad sexual, las instituciones de la familia y de la propiedad, la ley y el crimen y, por último, el gobierno y las distinciones sociales. Es el mundo de los últimos cientos de miles de años que se muestra en los escorzados anales de la antropología y en las páginas de la historia, tan impregnadas de sangre.

El proceso evolutivo presenta en si dos aspectos
El cuarto y último asamkheyya-kappa: l período de la continuación de la evolución, en cuyas cercanías nos encontramos en la actualidad, es ése en el que el sistema de mundos se mantiene en el estado de evolución previamente alcanzado hasta el comienzo del nuevo mahakalpa, en el que ocurre de nuevo el proceso de evolución e involución descrito.

Resultará obvio ahora por qué se afirmó que la línea del desarrollo biológico no es sencilla sino doble. Cada paso en el proceso evolutivo viene de la fusión de un movimiento ascendente en el desarrollo de lo material con otro descendiente de degeneración psíquica o espiritual. El hombre no es sólo el primate elevado sino también el ángel caído y la historia de la raza humana puede resumirse en la involución espiritual en el marco de la evolución biológica. Ésta es, en una escala infinitamente mayor, la historia del sistema de mundos en el que el pequeño planeta habitado por el hombre no es más que una parte infinitamente pequeña. El hecho de que la ciencia moderna dedique toda su atención a su pasado material y desatienda la existencia conjunta de una línea espiritual es otro ejemplo de la incapacidad de percibir esos panoramas ilimitados que nos revelan las escrituras budistas.

La existencia fenoménica se comporta como el océano
El samsara, la totalidad de la existencia fenoménica, puede ser imaginado como las ilimitadas aguas del océano. Sobre su superficie crecen y se desvanecen sin cesar una infinidad de olas. Cada una representa un chakkavala o sistema de diez mil mundos. El crecimiento de la ola corresponde al período de evolución y el desvanecimiento al período de involución. Así como las infinitas olas del océano no surgen y desaparecen simultáneamente, sino que lo hacen en distintos momentos, de la misma manera, algunos sistemas de mundos re-emergen de sus respectivos caos mientras otros se hunden de nuevo en ellos. El poeta Shelley usa una imagen semejante, aunque en una escala más reducida (mundos, en vez de sistemas de mundos):

Worlds on worlds are rolling ever
From creation to decay,
Like the bubbles on a river
Sparkling, bursting, borne away.

(Mundos sobre mundos que giran sin fin,
desde la creación hasta la decadencia,
como las burbujas en un río,
centellean, estallan, siguen adelante).


Es un contexto cosmológico extremadamente detallado

Un kalpa es el período de tiempo que transcurre entre la destrucción completa y la renovación completa de un sistema de mundos. Éstos se destruyen y se renuevan incesantemente, como las olas del océano.

Tras dividir el kalpa en cuatro asamkheyya-kappas, el Canon Pali prosigue con más refinamientos y clasificaciones. Cada asamkheyya-kappa se divide en veinte antara-kappas, que es el período que transcurre mientras la edad del hombre aumenta de 10 años a 10,000,000 elevado a la potencia 20 (1 seguido de 140 ceros) y decrece a 10 de nuevo. Cada antara-kappa se subdivide en ocho yugas o eras.

Todo este esbozo que se hace aquí del contexto cosmológico del budismo tiene la finalidad de aportarnos una comprensión preliminar de estos asuntos, para entender mejor la naturaleza y la función de un Buda.

Fuente: Sangharákshita, Panorámica del Budismo, Vol. 1, capítulo 1, parte IV, ediciones CBCM mexico.

Notas
* se hablan de tres planos de experiencia en el budismo

1    2