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Budismo, atención consciente y el dinero

Lo que enseña el budismo acerca del dinero
La primera enseñanza del Buda se refería al sufrimiento o dukkha. El budismo nos muestra diversas formas de existir que nos ayudan a cortar las raíces del dolor y el miedo, para que podamos vivir de verdad. Los primeros monjes que siguieron al Buda eran personas que no tenían hogar. Vestían ropajes hechos de remiendos y vivían de las sobras de comida que pudieran proporcionarles los vecinos de la localidad. Los monjes no tenían permitido tocar dinero. Tenemos aquí una solución budista radical para el dolor y el miedo que se derivan de gastar y ganar dinero: simplemente no lo hagas.

Para aquellos hombres y mujeres tan curtidos el modo de vida ideal era y sigue siendo subsistir contentos “con los mantos suficientes para proteger al cuerpo y con la comida que les dieran como limosna para sus necesidades corporales, tomando sólo eso, como el ave que vuela sin cargar más que sus alas” (Anguttara Nikaya II, 209). Sin embargo, no es ésta la única solución budista. El Buda tenía muchos discípulos que no llevaban un estilo de vida monástico. Entre sus seguidores había reyes. Estaba también Anathapindika, un banquero. Los laicos sustentaban a los monjes, pero eso no significaba que eso fuera lo único que podían hacer. Las enseñanzas del Buda tenían el propósito de transformar la vida de cualquiera, sin importar cuál fuera su estilo de vida. De hecho, el Buda nunca condenó la riqueza. Él contemplaba con ecuanimidad lo que el mundo le presentaba y juzgaba con total objetividad lo que había detrás de todo ello.

Las riquezas de un avaro

Foto ©

Desde un punto de vista budista, la grave miseria en que se ha desenvuelto la vida en las viejas economías socialistas de Rusia y Europa Oriental o los horripilantes experimentos como el de Pol Pot, que trató de abolir el dinero en Camboya, surgen a partir de una tremenda falta de inteligencia objetiva. Deshazte del dinero y desmantelarás toda la compleja cadena de la interdependencia humana. Para el Buda lo importante era cómo obtenías el dinero y lo que hacías con él. ¿Empleas su energía para ser feliz o para que el mundo sea un lugar mejor? “Un avaro no usa el dinero para su propio placer ni el de sus padres, su esposa o sus hijos, tampoco para el de sus esclavos, sus artesanos ni sus sirvientes, ni de sus amigos y colegas”, dijo el Buda. “Su riqueza, al no ser correctamente empleada, es confiscada por los reyes, hurtada por los ladrones, quemada o arrebatada por la inundación. O va a parar a unos herederos por los que no siente ningún afecto. Sus riquezas, al no ser bien utilizadas, se desperdician y no proporcionan gozo”. Luego añade: “Es como un lago de agua clara, cristalina, fresca y deliciosa, bello, rodeado de buenas tierras pero oculto en una región salvaje. Nadie bebe de él ni se baña ahí. Nadie lo aprovecha. Así son las riquezas de un avaro”.

La riqueza del generoso
Pero si una persona generosa adquiere riqueza, el Buda dijo que “es como el lago que antes mencioné, pero ahora se halla cerca de una aldea, donde la gente puede tomar su agua para beberla, se puede bañar en él y usarlo con muchos fines. Sus riquezas proporcionan gozo y no se desperdician” (Samyutta Nikaya i, 88). El Buda dijo que la fortuna bien empleada debía de otorgar placer, principalmente a su dueño y a la familia de éste. Enseguida vendrían los amigos y otras personas cercanas. Además, el tener riquezas significa que uno se puede recuperar cuando las cosas no van bien.

La enseñanza del Buda aplicada al Occidente
Antes, en Oriente, uno era un miembro productivo o reproductivo de la sociedad o, bien, se ordenaba como monje. No había muchas opciones entre esas dos. Sin embargo, ese espacio intermedio se ha ampliado mucho. Los budistas occidentales experimentan hoy nuevas formas de trabajar y de consumir.

Dinero, ego y sufrimiento
¿Has sentido alguna vez que si tan sólo consiguieras determinada cosa tu vida estaría completa? Pues esa sensación de que en nuestra existencia falta algo muy grande pero indefinible es parte esencial de la experiencia humana básica. Hacemos todo lo que podemos para llenar ese vacío. Abusamos del alcohol y de otras drogas. Muchos hemos anhelado que una persona amada o una vocación llene ese hueco y nos dé satisfacción. A veces evadimos esa sensación de estar incompletos al mantenernos ocupados. En este aspecto, el budismo tiene algo que decir: El dinero no hará que tu vida sea completa. Lo cierto es que nada hará que tu vida sea completa. Ninguna posesión, ningún trabajo. Tampoco la familia, la vocación, la persona amada, las drogas, la religión. Nada , ni siquiera el budismo. Así es la vida. El sufrimiento ocurre porque insistimos en nadar contra la corriente. ¿Por qué lo hacemos? Ante todo, dijo el Buda, “porque anhelamos ser”. “Ésta es la noble verdad del origen del sufrimiento. Anhelamos la satisfacción de nuestros deseos obsesivos, anhelamos ser, anhelamos no ser” (Vinaya Mahavagga Khandaka i.).

Tres dimensiones en que nos confunde la importancia personal
Muchas escuelas budistas enseñan que debemos combatir la engañosa ilusión de la importancia del ego si queremos vivir mejor. Hay tres dimensiones que considerar en ese sentido.

Soy como soy
La primera es la suposición de que tenemos una personalidad permanente. Todos cambiamos a cada rato. Lo que considero “yo” es un patrón temporal y esto no es muy halagüeño ni atractivo. De modo que aun cuando podamos apreciar que las cosas no son permanentes nos da por comportarnos como si lo fueran. Nos esforzamos por impedir que haya cambios. Usamos el dinero para acumular posesiones y rodearnos de una sensación de permanencia y seguridad.