Este articulo de atención consciente y el dinero es una reflexión que intenta guiar al buen uso del dinero y su relación a la búsqueda espiritual budista de las personas en sociedades relativamente afluentes.
No es una exhortación ni justificación a la búsqueda de dinero y bienes materiales como medios, o fines espiritual, que es tan común dentro de la ética del cristianismo protestante y en la filosofía de grupos de la Nueva Era o esotéricos modernos.
El
dinero es el gran invento de la humanidad.
¿Te sorprende encontrar un enunciado tan burdamente material en un
sitio que habla sobre espiritualidad? No habría por qué. El dinero
es un invento casi mágico. Busca en tu cartera o tu bolsa y ve si traes
algunos papeles. Uno de esos pedazos de papel, quizá una vieja lista
de lo que hay que comprar, ahora te servirá, si acaso, para tratar de
animar el fuego de un asador que no quiere encender. Pero otro papel, aunque
igual de arrugado, te da para comprar otro asador igual.
Pedazos de papel, signos impresos en hojas, conchas, sal e ilusiones compartidas
En la actualidad utilizamos como dinero pedazos de papel o, incluso algo
todavía más misterioso, pequeños estallidos electrónicos
que de algún modo aparecen como números en una cuenta bancaria.
Antes, en Norteamérica, la gente utilizaba conchas. En la India usaban
conchas de cauri. Los soldados romanos usaban sal. Los prisioneros le dan a
los cigarros un valor monetario. ¿Qué tienen en común
todas esas especies de moneda? Que las puedes traer contigo o dárselas
a alguien. No son prontamente perecederas y una pieza de ellas se parece mucho
a otra de la misma clase. Sin embargo, el factor común más importante
es que las sociedades decidieron creer que esas cosas tenían un valor
(aunque por sí mismas tuvieran muy poco o ninguno). Es un extraordinario
y beneficioso acto de la imaginación; una ilusión compartida
que apuntala al mundo civilizado.
Del trueque al dinero
¿Cómo sería la vida si tú y
tu familia tuvieran que producir todo lo que requieren? Cultivar sus alimentos,
construir su casa, cortar la leña, confeccionar sus vestidos y girar
la rueca; escribir sus propios libros para leer y, antes, hacer el papel. Puede
sonar romántico
y puro, incluso espiritual, pero no se sentiría así por
mucho tiempo. Pasarías cada momento del día trabajando, sudando
y padeciendo, todo para irla llevando. Fue así como aprendimos, hace
varios milenios, que nos necesitábamos mutuamente, aunque sólo
fuera para obtener un rato de ocio y hacer algo más que sobrevivir. Empezamos
a dividirnos las tareas y a practicar el trueque. Si a mí me sobraba
pan y tú tenías combustible de más podíamos hacer
un intercambio, aunque sólo si nos hallábamos en el mismo sitio
y en el mismo momento. Quizá alguien se preguntó: “No sería
maravilloso cambiar estas cosas sin tener que buscar a quién le sirven
justamente aquí y ahora” y como toda una cultura anhelaba lo mismo
coincidieron en imaginar que algo que no tuviera un valor intrínseco,
por ejemplo, una concha de cauri (o un billete de un dólar) podría
representar al combustible, al pan o al software de la computadora que unos
tenían y otros necesitaban.
Un triunfo de la mente sobre la materia
Eso es el dinero, un triunfo de la mente sobre el mundo material. Sin embargo,
como muchos instrumentos poderosos, el dinero es una espada de doble filo,
que nos puede aportar las maravillas más complejas pero también
mucho sufrimiento. Debemos entenderlo con claridad; independientemente de que
se use bien o mal, el dinero puede ser la base de todo lo que nos libera de
tener que luchar por sobrevivir. Sin dinero no hay civilización y ¿si
no hay civilización donde habría espiritualidad?
Relativamente bien
Hoy, gracias al dinero y a lo que éste hace posible,
la mayoría
de nosotros lleva una vida de “lujos” que está más
allá de lo que soñaban los príncipes medievales. Quizá no
vivamos en castillos, pero nuestros hogares tienen muchas más comodidades.
Ahora podemos volar a países distantes, llegar en automóvil en
sólo unas cuantas horas a lugares que se encuentran a kilómetros
de distancia y llamar a amigos que viven en sitios lejanos nada más para
platicar. El entretenimiento está a sólo un chasquido de dedos
y no párese tener límites. Si sientes que eres pobre piensa en
todo lo que tienes y que otras generaciones ni siquiera imaginaron.
Nuestra forma de relacionarnos con el dinero. Puede
dar ocasión a
Dukkha
La manera en que una persona se relaciona con el dinero, el modo en
que lo gana y lo gasta, requiere de más tiempo y energía que cualquier
otra actividad. Es la relación más considerable que tenemos. Es
posible que te sientas un poco inquieto debido a tus hábitos consumistas
o que recuerdes las cosas buenas que ya no disfrutas porque la necesidad
de ganar dinero no te deja tiempo suficiente. Puede suceder que la forma en
que obtienes el dinero te tenga insatisfecho y que la idea de un futuro en la
pobreza te duela y te paralice. Eso es sufrimiento. Es un tipo de sorda inquietud
que hace que a muchas personas les resulte difícil elevarse hasta su
verdadero potencial.