No nos damos tiempo para apreciar la vida
Asimismo, a Ratnasambhava se le asocia con la belleza, un aspecto
muy importante de la vida espiritual. Todas las tradiciones budistas, a su
manera, han procurado hacer que sus altares, templos y ermitas sean estéticos
y armoniosos. Esa belleza y abundancia es más que una expresión
de devoción hacia los valores más elevados. La contemplación
de la belleza tiene un efecto que transforma las emociones,
las cuales, a menudo, están ocupadas en atender necesidades y deseos
muy básicos. Es aquí donde entran la cultura y el aprecio estético
de la naturaleza y las artes. Al contacto con ellas se refinan nuestras
energías. De ser unos animales con forma humana pasamos a la
auténtica cumbre del logro humano. Luego, es relativamente más
fácil hacer el salto insondable al cielo de la conciencia iluminada.
Ratnasambhava tiene también el antídoto contra una enfermedad
moderna. A la gente del mundo occidental cada vez le parece más difícil
simplemente relajarse y no hacer nada. Estamos demasiado “llenos
de preocupaciones” para darnos tiempo de “pararnos a mirar”.
Encajonados entre edificios nos perdemos las formaciones de las nubes y las
estrellas. Sentados en un embotellamiento, llegando tarde a las citas, casi
no notamos lo que hay alrededor. Sin embargo, la actitud de Ratnasambhava
es de superabundancia, incluso de tiempo. Él nos muestra el camino para abrirnos
a un mundo más amplio.
No todo tiene que ser utilitario
Por lo general, los mandalas de nuestras vidas son muy estrechos, limitados
por nuestra severa determinación de conseguir lo que deseamos. La mayor
parte del tiempo sólo nos fijamos en el valor útil que
encontramos en la gente y en las cosas. No podemos ignorar los aspectos prácticos
de la vida pero, si queremos ser felices, no deberíamos pasar por alto
el valor intrínseco de todo lo que tenemos. Las personas se relajan
en un entorno natural porque, además de ser algo pacífico y visualmente
agradable, no estimula la tendencia a lo utilitario. No puedes poseer
o usar un atardecer. Sólo puedes apreciar su belleza y dejar
que enriquezca tu espíritu. Podríamos entonces relacionar también
a Ratnasambhava con la ecología y la conciencia ambiental. Él
tiene que ver con la tierra, la fertilidad y la floreciente abundancia de vida.
Asimismo, nos ofrece el antídoto contra el orgullo. La arrogancia de
la raza humana está dañando a nuestro bello planeta. Su sabiduría
nos puede enseñar a apreciarlo en un plano estético y a no estar
buscando nuevas formas de explotarlo.
Energía que corre libre y que se puede encausar
Otra cualidad que tiene que ver con la apreciación estética es
la facultad de jugar. El juego es signo de una energía libre y
de una perspectiva más amplia. Es creatividad sin
tener a la vista un objeto más allá de sí mismo. La exuberancia
de riquezas espirituales nos da energía en libertad y una visión
relajada y expansiva. Con ella, podemos jugar sin necesitar una razón
o una justificación. Esto se simboliza con el animal emblemático
de Ratnasambhava, el caballo, una criatura que puede domarse.
El caballo pone toda su energía bruta bajo la dirección de una
conciencia humana. En un nivel más profundo, el caballo simboliza las energías
sutiles que hay en el cuerpo humano y que pueden controlarse
y refinarse a través de la meditación.
La auténtica riqueza inagotable que podemos lograr
La gema que sostiene Ratnasambhava se llama chintamani,
la joya que cumple todos los deseos. Es el símbolo del bodhichita,
la compasión que nos alienta a lograr la iluminación por el bien
de todos los seres. Es como si el budismo dijera, “toda tu vida has estado
buscando la satisfacción, en el dinero, en el sexo, en los amigos, en
la fama... Intuyes que es posible lograr la felicidad completa,
sólo que has estado buscando en el sitio equivocado, entre los fenómenos
impermanentes”. La primera de las perfecciones es la generosidad.
Cuando encontremos la verdadera gema que cumple todos los deseos, la experiencia
de la compasión iluminada, nos sentiremos totalmente satisfechos.
Entonces vamos a querer compartir con los demás las
infinitas riquezas que hemos descubierto. Nos daremos por completo, muy felices,
sin temer agotarnos. En ese momento veremos que hemos ganado todo un mundo.
Habremos heredado las inagotables riquezas de Ratnasambhava.
Fuente: Vessantara, Mandala of the Five Buddhas, Windhorse Publications, Traducción y edición de Oscar Franco.
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