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Maestros de China > Hsuan -Tsang

 

Hsuan Tsang erudito, aventurero y difusor del dharma

Un hombre muy talentoso

Hsuan Tsang vivió aproximadamente entre los años 600 y 664 de nuestra era. Famoso peregrino, aventurero, erudito, traductor y maestro, en busca de enseñanzas realizó el largo y peligroso viaje a la India y registró con detalle sus andanzas. Cuando retornó a China desempeñó un papel importante en la traducción al chino de diversos textos y terminología budista, ayudando a darle luz a lo que antes había sido oscuro y contradictorio. Su comentario definitivo acerca de una de las obras principales de Vasubandhu se convirtió en el texto raíz de la escuela Fa-hsiang, de la que fue cofundador.

La novela china escrita en el siglo XVI, Un viaje al Oeste, de Wu Ch’eng-en (Anthony C. Yu, traductor, The Journey to the West, Hsi-yu chi, University of Chicago Press, 1980), de la cual en Occidente se conoció una versión con el nombre de Mono [Monkey], está basada en las aventuras que vivió Hsuan Tsang durante su peregrinaje. En ella, él figura como el monje y héroe Tripitaka.

Sus primeros años
Nació en una familia en la que durante mucho tiempo habían destacado ya los eruditos. Hsuan Tsang tuvo una educación confucionista clásica en su juventud pero, bajo la influencia de un hermano mayor, se interesó en las escrituras budistas y no tardó en convertirse al budismo. Viajó con su hermano a Ch’ang-an y luego a Ssu-ch’uan para escapar del alboroto político que por aquellos días atrapó a China. Mientras estuvieron en Ssu-ch’uan, él comenzó a estudiar la filosofía budista (en especial los textos del yogachara) pero se quedó perplejo ante algunas aparentes incongruencias de los textos y porque varios de sus maestros interpretaban esas obras de manera distinta, de modo que decidió ir a la India para estudiar directamente de la fuente del conocimiento budista.

Comienza una gran aventura
En el 629 solicitó a la corte un permiso para viajar y como se lo negaron salió del país de manera furtiva. Así inició su gran aventura. Su viaje estuvo a punto de terminar al poco tiempo de empezar. Primero, su guía trató de matarlo, de lo cual se salvó porque se despertó en el momento oportuno y se adentró en el insondable desierto. Logró huir justo después de pedir ayuda a Avalokitesvara. Una de sus principales paradas fue en Turfan, donde el rey, muy impresionado por su sabiduría, no quería dejar que se fuera. La única forma en que convenció al rey de permitirle continuar su viaje fue cuando amenazó con hacer una huelga de hambre. Entonces, el rey no sólo consintió en dejar que partiera el peregrino sino que, además, hizo todo lo posible para facilitarle su recorrido por el Asia Central, otorgándole cartas de presentación para los diversos príncipes que podría hallar en su recorrido.

Viajó por el norte del Desierto de Takla Makan, pasando por los oasis de Karashar, Tashkent y Samarcanda, hasta llegar a Bactria. Al cruzar las montañas de Hindukush y adentrarse en Kagpa descendió de la meseta iraní y llegó a una región más indulgente, en Nagarahara. Entonces, ya en Gandhara visitó Peshawar y Taxila y luego siguió rumbo a Cachemira, donde estudió durante dos años.

Salvado por Maitreya
En el 633 decidió que ya era hora de visitar la tierra sagrada del budismo. Mas, cuando navegaba por el Ganges, unos bandidos lo capturaron y como les gustó su aspecto exótico quisieron ofrecerlo en un sacrificio humano. Hsuan Tsang les dijo, “si este cuerpo sucio y despreciable pudiera satisfacer a sus propósitos no me atrevería yo a rehusarme, pero he venido de muy lejos a mostrar mis respetos al Árbol de Bodhi, a las imágenes del Buda y al Pico del Buitre, además de buscar el Dharma. Son propósitos que aún no he cumplido. Si ustedes me matan ahora me temo que eso no será bueno para ustedes. A los bandidos les importaron muy poco esos argumentos, de modo que Hsuan Tsang pidió un rato de calma para orar y pedir a Maitreya. Cuando estaba rezando entró en una meditación muy profunda. De repente, se suscitó un violento ventarrón que aterró a los bandidos y, desesperados, éstos trataron de sacar de su meditación a Hsuan Tsang para rogarle que los perdonara.

Peregrinaje sagrado y permanencia en Nalanda
En cuanto lo liberaron se apresuró a llegar a los lugares sagrados: Shravasti, Kapilavastu, Kusinara, Benares, Vaishali, Pataliputra y, finalmente, Bodh Gaya. Después se dirigió a Nalanda para estudiar las doctrinas del Vijñanavada con Silabhadra, el famoso abad del monasterio quien, para entonces, ya tenía 106 años de edad. Permaneció en Nalanda quince meses para perfeccionar su conocimiento de la filosofía budista y del sánscrito. Después, volvió al camino y viajó a la costa oriental del sur de la India con la esperanza de llegar a Ceilán. Sin embargo, una revuelta civil en la isla frustró su plan, así que volvió hacia el norte, hacia la costa del oeste, hasta la Península de Gujerat. De ahí volvió a Nalanda para quedarse por segunda vez y, ahora, concentrarse en la filosofía de la India.

Admirado por emperadores y reyes
Fue tan grande la reputación de Hsuan Tsang en la India que muchos gobernadores deseaban conocerlo y rendirle homenajes. Uno de ellos era Bhaskara Kumara, rey de Assam, al cual visitó. Luego, ambos viajaron juntos para ver a Harsha, el gran emperador del norte de la India. Cuando éste supo que llegaba el famoso monje chino se apresuró a salir a su encuentro para mostrarle sus respetos. Se postró hasta el piso y besó los pies de Hsuan Tsang. A continuación dispuso una gran asamblea y un debate “para disipar la ceguera del hinayana y hacer volar el orgullo de los brahmines”. Así lo dijo. 18 días debatieron los participantes pero, al final, salió triunfante Hsuan Tsang.