Tsóngkhapa, el erudito virtuoso
Los guelugpas son, literalmente, “los virtuosos”. No es que los
seguidores de las otras escuelas no lo sean, pero los guelugpas se especializaron
en la virtud. Ése fue su punto fuerte. La escuela guelug fue fundada
por Tsóngkhapa en el siglo XIV y a ésta pertenecen los Dalai
Lamas. Para comprender a esta escuela hay que tomar en cuenta el carácter
y la trayectoria espiritual de Tsóngkhapa, que sin duda es una de las
grandes figuras del budismo tibetano. Tsóngkhapa encarna la característica
espiritual y el genio religioso de su pueblo. Principalmente, se le conoce
como el reformador del budismo en el Tíbet, ya que proscribió muchos
abusos. Fue, además, un gran organizador, unificó la sangha monástica
hasta un nivel considerable e impuso una disciplina coherente disciplina. Se
considera que es uno de los santos eruditos más destacados. Los santos
no suelen ser eruditos y, a menudo, los eruditos no son santos en absoluto,
pero en Tsóngkhapa se daba esta fusión tan inusual. Era una estudioso
que, al mismo tiempo, llevaba una vida de santidad, combinando ambos aspectos
casi a la perfección.
La instrucción monástica que recibió el
monje merecedor de elogios
Tsóngkhapa nació en el año 1357, en una familia muy humilde,
en una localidad llamada Tsongkha, que significa “valle de la cebolla”,
en la provincia de Amdo, al noreste del Tíbet. El famoso monasterio
de Kumbum, memorable por sus 100 mil imágenes del Buda, fue construido
más tarde en el lugar que Tsóngkhapa había nacido. Su
epíteto, “el hombre del valle de la cebolla”, refleja la
convicción tibetana de que es una falta de respeto llamar a una persona
respetable por su nombre. Por eso acuñan una especie de título.
Durante su ordenación, Tsóngkhapa recibió el nombre monástico
de Sumatikirti, en sánscrito, que quiere decir “Merecedor de elogios”,
debido a su notable inteligencia. Parece ser que fue un niño precoz,
por no decir un prodigio. Su educación religiosa empezó cuando
tenía tres años, edad en que recibió varias iniciaciones
y empezó a practicar la meditación. A los siete años se
convirtió en un sharamanera, un monje novicio. Según el vinaya,
el libro de la disciplina monástica, uno puede recibir la ordenación
si tiene la edad suficiente para ganarse la vida ahuyentando a los cuervos
de las cosechas (una ocupación muy importante en un país agrícola)
y, en Oriente, esto por lo general sucede a los siete años. Cuando cumplió los
16, lo enviaron a estudiar a diferentes monasterios del Tíbet Central.
Durante mucho tiempo anduvo de un maestro a otro, aprendiendo de manera sistemática
cuanto abarcaban los estudios budistas. Estudió las voluminosas escrituras
tibetanas y también las traducciones de las obras escritas por grandes
sabios y filósofos budistas de la India, todavía más voluminosas.
En particular, estudió lógica, matemáticas y la tradición
ayurvédica indotibetana de ciencias médicas. Como es natural,
aparte de todo esto estudió y practicó las enseñanzas
de los tres yanas (vehículos) budistas.
Una escuela que practica la castidad
Es evidente que para llevar a cabo su propia labor de enseñanza, Tsóngkhapa
pudo inspirarse en una abundante fuente. Se sumergió en todas las tradiciones
existentes, tomó lo mejor de ellas y las codificó y sistematizó de
tal forma que todavía hoy se valora su importante contribución,
que impulsó el estudio del budismo tibetano. A los 25 años recibió su
ordenación completa como monje budista. Esta “ordenación
superior”, por lo regular, la reciben los monjes a los 20 años,
pero como Tsóngkhapa estaba ocupado en sus estudios hubo de posponerla.
Después de ello se dedicó a continuar sus estudios y a enseñar.
Llegó a reunir muchos discípulos que, en virtud de su devoción
y dedicación al Dharma y por el estado de pureza y santidad en que vivían,
se fueron conociendo poco a poco como “guelugpas”. También
se les llamó así porque, al seguir el ejemplo de Tsóngkhapa,
insistieron en observar estrictamente el vinaya tradicional de aquella época,
que incluía la total prohibición de contraer matrimonio e ingerir
alcohol.
Los sombreros amarillos
Los guelugpas se conocen a menudo como los “Sombreros Amarillos”,
para diferenciarlos de los miembros de otras escuelas, conocidos como los “Sombreros
Rojos” y de los de algunas ramas kagyu, denominadas “Sombreros
Blancos” o “Sombreros Negros”. Esta distinción se
vincula con ciertas ceremonias tántricas de iniciación, durante
las cuales el lama o guru oficiante se pone un sombrero (amarillo en el caso
de los guelugpas y rojo en el de los nyingmapas) en el momento en que se está identificando,
a través de la meditación, con el buda o bodhisatva que encarna
la iniciación que está a punto de otorgar. Por lo tanto, el discípulo
siente que la está recibiendo del propio buda o bodhisatva a través
del maestro. Una vez transcurrido este momento, el guru se quita solemnemente
el sombrero y lo entrega a un acólito para que lo doble y lo guarde.
Hasta la época de Tsóngkhapa todos los lamas, siguiendo la tradición
india, usaban sombreros rojos con este objetivo. Tsóngkhapa quiso hacer
una clara distinción entre sus seguidores y los de las otras escuelas,
de modo que cambió el color rojo por el amarillo.
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