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Así Hablo Zaratustra y el Übermensch o
sobre hombre “Superhombre”
Pongo entre comillas la palabra “superhombre” por
dos razones. Primero para indicar que no es una traducción literal del
término
original que usa Nietzsche y, en segundo lugar,
como una advertencia para que no le adhiramos al concepto de Nietzsche ciertas
connotaciones dudosas que se le han agregado
desde que los nazis lo emplearon para sus propósitos (y, claro está,
para distinguirlo de Superman, el héroe de los cómics).
Übermensch
El término que utiliza Nietzsche es Übermensch,
que literalmente
no significa superhombre sino superior al hombre. Podríamos
incluso decir que significa “muy por encima del hombre”. El Übermensch es
el hombre que destaca muy por encima de los seres humanos tal como existen en
el presente. Los trasciende. Asimismo, podríamos decir que es
el “hombre
trascendente”. En otras palabras, el superhombre de Nietzsche no es sólo
una evidente humanidad actual, una humanidad cotidiana en un grado superlativo,
sino un tipo de humanidad completamente diferente.
Ha quedado muy grabada la palabra superhombre
como la traducción aceptada
del Übermensch de Nietzsche porque durante
mucho tiempo ha prevalecido en el mundo de habla inglesa como la expresión
cultural más
prominente del concepto de Nietzsche, debido a la obra de George Bernard
Shaw, El hombre y el superhombre.
Nietzsche y la corrupción de sus ideas
Lamentablemente, después de la muerte de Nietzsche todo su modo
de pensar se corrompió y se degradó de un modo desesperanzado
en la comprensión
popular. Ante todo, se envileció en manos de su hermana y, después,
en manos de aquellos que intentaron relacionar las ideas de Nietzsche con
la ideología nazi. Ha sido apenas en los años más
recientes cuando se ha rescatado el pensamiento de Nietzsche, liberándolo
de las malas interpretaciones más toscas para, por fin, interpretarlo
con más
exactitud, lo cual ha logrado muy bien el gran escritor y académico Walter
Kaufmann.
Así hablo Zaratustra
Si queremos empezar a disfrutar de una auténtica probada de Nietzsche
debemos observar la manera en que presenta su material, que como lo sugiere
el título Así hablo Zaratustra es bastante
individual. El
Zaratustra de Nietzsche es literario. Es tan sólo el portavoz
de las ideas del propio Nietzsche. Sin embargo, lo que los dos Zaratustras tienen
en común es
que aportan un mensaje a la humanidad.
Zaratustra comunica desde un nivel más alto
La primera sección del libro, “Prólogo de Zaratustra”,
lo representa descendiendo de una montaña. Por supuesto, esto
es simbólico
y ésa es la intención. Zaratustra ha estado
en la montaña
durante diez años, pensando y meditando y ahora su sabiduría
ya maduró y desea compartirla con los humanos.
Dios ha muerto
En su descenso lo reconoce un santo ermitaño que ha
vivido mucho tiempo en el bosque, al pie de la montaña y que recuerda
haberlo visto hace mucho, cuando subió. El ermitaño trata
de persuadir a Zaratustra para que no deje la montaña: “La gente
es muy ingrata y distraída.
No malgastes tu tiempo con las personas. Es mejor ser un ermitaño,
vivir en la selva con las aves y las bestias, olvidarse del
mundo de los hombres y sencillamente venerar a Dios”, pero Zaratustra
deja al ermitaño y sus oraciones en el bosque y
conforme continúa con su camino se pregunta: “¿Será posible
que ese viejo santo en la espesura de la montaña no haya oído
todavía que Dios ha muerto?”.
La contundente observación de que Dios ha muerto constituye una de las
percepciones más importantes de Nietzsche y se ha repetido a lo largo
del siglo XX y seguirá en el siglo XXI, dando lugar a todo
un movimiento de pensamiento moderno y teológico que promulga “la muerte de Dios”.
Nietzsche fue el primero que vio que Dios ya no estaba
más allá arriba,
en los cielos. De hecho, vio con claridad algo
que desde entonces muchos han llegado a notar también, aunque
habrá quienes declaren sin embargo
que él está totalmente equivocado.
Nietzsche; Dios y el hombre
Lo que vio fue que la enseñanza del cristianismo ortodoxo, con
su creencia en un Dios personal, un ser supremo, un creador, junto
con las doctrinas del
pecado y la fe, la justificación, la expiación y la resurrección
habían muerto, caducado, eran ya irrelevantes. Su declaración
anunciaba el inicio de lo que algunos identificarían como una era postcristiana. Si Dios había muerto, entonces el concepto cristiano del hombre también
había muerto. El concepto del hombre como un ser que ha caído,
un ser que por ser desobediente y pecaminoso necesita de la gracia para redimirse.
Un ser que ha de ser juzgado y, quizá, castigado. Ese concepto ya no
es relevante. Han explotado todos los viejos dogmas.
De modo que hace falta un nuevo concepto de quiénes y qué somos
los seres humanos. Si nos encontramos en un universo sin Dios estamos
solos. Por lo mismo, tenemos que tratar de entendernos nuevamente. Ya
no podemos aceptar respuestas preparadas. Nos encontramos aquí y
ahora, en medio de un universo cuajado de estrellas, parados en la tierra, rodeados
por otros seres como nosotros,
con una historia a nuestras espaldas y con un futuro por delante. Ahora
tenemos que preguntarnos (y la pregunta es para nosotros, puesto que
no hay nadie más): “¿Quién
soy? ¿Qué soy?” Esto es lo que Zaratustra hizo
en la montaña.
Pensó, meditó y contempló durante diez largos años
y ahora sabe lo que es el hombre. Ahora le trae a la humanidad el mensaje
de lo que aprendió.
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