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Conquista de uno mismo
y voluntad de poder

Nietzsche distingue tres categorías. La primera consiste en el reino animal, que comprende a la mayoría de los seres humanos; podríamos decir que son seres humanos honorarios. La segunda consiste en el reino humano propiamente dicho y la tercera es la categoría del sobre hombre.

Asimismo, Nietzsche habla de lo que llama “hombre preliminar”, que al parecer es un estado intermedio entre el plano humano y el del hombre superado. O sea que hablamos de aquellos quienes tienden a buscar en todo los aspectos de sí mismos que deben superar. Sin embargo, él no es muy claro en cuanto a lo que los diferencia de la ya estrecha categoría en la que entran los humanos genuinos. Si el sobre hombre es el ideal de Nietzsche, el humano auténtico parece ser el que aspira a serlo y que se ocupa del proceso de superación, como hacen los artistas, los filósofos y los santos.

Como llegar de una categoría a la otra
Para superarse, uno debe “darle forma a su propio carácter”.* Con esto, Nietzsche quiere decir que uno no se acepta a sí mismo como ya hecho. Él se queja de que el carácter de la mayoría de las personas no tiene una forma particular. Es casi como si fueran el producto en serie de una fábrica o, peor, la materia prima a partir de la cual se pudiera dar forma un verdadero individuo.

Critica de Nietzsche del individuo promedio
Por lo general pensamos en nuestro carácter, temperamento y nuestras características o cualidades personales como una serie de dones. Nos imaginamos que estamos hechos como somos para toda la vida. Si tenemos la tendencia a enojarnos con facilidad es que así somos, es nuestro modo de ser. Si somos sensibles o tímidos pues es que así nos hicieron. Pensamos que, en principio, no es diferente a ser alto o bajo de estatura. Pero según Nietzsche es posible que hayamos pasado por toda una línea de producción, que consiste en la herencia genética y la influencia parental, más los condicionamientos sociales y educativos en general. No obstante dice, aún queda un largo tramo por atravesar. No somos un producto terminado. De hecho, apenas lo que ahora somos es con lo que vamos a empezar.

Acéptalo donde estas y fórmate a ti mismo
En efecto, Nietzsche dice que debemos trabajar en nosotros mismos, crearnos a partir de las condiciones en que nos encontremos, igual que un alfarero crea una bella pieza partiendo de un montón de barro. Así como es posible tomar una pesada masa pegajosa, hundirle los dedos y empezar a darle forma, uno puede también ir modelándose. Si uno comienza por ser honesto consigo mismo y admite que está más o menos sin terminar como ser humano, podrá entonces entregarse a la labor de moldear esa masa desaliñada e informe para hacer algo mejor.

Como ejemplo de alguien que le dio estilo a su carácter, Nietzsche cita a Goethe, el más grande de los poetas alemanes, que vivió de 1749 a 1832, un notable dramaturgo y novelista, además de pensador, científico y místico, pero por lo que más lo admiraba Nietzsche era por esa cualidad particular: todo el tiempo estaba tratando de hacer algo de sí mismo. En sus biografías y en los registros que han quedado de sus conversaciones resulta evidente que durante toda su larga vida, más de 80 años, siempre estuvo trabajando consigo mismo, del mismo modo en que uno podría trabajar en un poema, una novela o un tratado científico.

Napoleón comenta de Goethe

También fue evidente para sus contemporáneos. La primera vez que Napoleón vio a Goethe exclamó espontáneamente: “¡Miren, he aquí un hombre!” Si consideramos que Napoleón conquistó Europa mientras que la condición política de Goethe era de menor importancia (no más que un ex ministro de un pequeño estado alemán), aquello nos sugiere que Goethe tuvo éxito en el objetivo central de su vida. A partir del nada promisorio montón de pasiones libertinas e ideas silvestres que fue en su juventud, Goethe creo un hombre en el sentido más pleno y auténtico, como pudo observar Napoleón.

Voluntad por el Poder
De acuerdo con el modo en que Nietzsche entendía la naturaleza de la existencia, la vida (no sólo la humana sino cualquier vida) es algo que siempre debe tender a su propia superación. Nunca ha de estar satisfecha de sí misma. Continuamente, en cada una de sus etapas, debe ir más allá de sí misma. La vida es un proceso de autotrascendencia.

A este impulso innato es a lo que Nietzsche llama Voluntad por el Poder. Es un término que incluyó comparativamente tarde en sus textos y, al igual que el de “superhombre”, ha sido muy mal entendido y, lamentablemente, malinterpretado, con la suposición de que conllevaba dudosas resonancias políticas e, incluso, militares. Sin embargo, con Poder, así, con P mayúscula, Nietzsche no se refiere a nada material en absoluto. Lo cierto es que no está hablando de política. La Voluntad por el Poder es la que busca un modo de ser más abundante, noble y sublime; una vida cualitativa y dimensionalmente diferente. En especial, es la voluntad por realizar al hombre superado.

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